LA HISTORIA DE JAVIER: LUCHANDO CONTRA LA ADICCIÓN EN LAS CALLES DE COLLIPULLI

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Escribe Mario Grandón Castro

En las frías calles de Collipulli, esta   ciudad ubicada en el sur de Chile, frente a los imponentes puentes que cruzan el río Malleco, se encuentra Javier, un hombre de 58 años que lucha contra una batalla silenciosa: la adicción al alcohol que lo ha llevado a la indigencia. Con cierto nivel educacional, hijos y nietos de los que sabe poco, Javier comparte su historia con la esperanza de generar conciencia sobre la realidad que él y muchos otros enfrentan a diario.

«Mi adicción al alcohol me tiene en esta calidad, la de indigente», admite Javier con franqueza. «Por lo general, voy al Hogar de Cristo, pero solo abren sus puertas después de las 20:00 horas, mientras tanto, para no deambular por las calles bajo el frío y la lluvia,  yo me quedo aquí, estoy bien cubierto; tengo dos frazadas y una “cajita», añade, señalando sus modestas pertenencias, que incluyen una pequeña mochila.

A pesar de su situación, durmiendo a momentos en la entrada principal del Teatro Municipal,  Javier rechaza la etiqueta de «miseria humana», destacando que él y otros en su misma condición son personas con historias, sueños y luchas. «No es miseria humana… como yo, somos muchos, no solo aquí en Collipulli, sino en Chile», afirma con determinación.

Nunca casado y con poca información sobre sus propios hijos e incluso nietos, Javier enfrenta la realidad de la desconexión familiar que a menudo acompaña a la vida en las calles. Sin embargo, encuentra consuelo y compañerismo entre sus compañeros indigentes, formando una comunidad unida por experiencias compartidas.

A través de la historia de Javier, se vislumbra la compleja intersección entre la adicción, la falta de recursos y el apoyo social. Su valiente testimonio destaca la importancia de abordar no solo las causas subyacentes de la adicción, sino también la necesidad de una red de apoyo sólida para aquellos que enfrentan la indigencia.

Mientras Javier continúa su lucha diaria por la sobriedad y la dignidad, su historia sirve como un recordatorio de la humanidad que perdura incluso en las circunstancias más difíciles. En un país como Chile, donde la desigualdad social es una realidad palpable, la historia de Javier resuena como un llamado a la acción y la empatía hacia aquellos que enfrentan la adversidad en las calles.

Este enfoque -que escribo- resalta la humanidad de Javier y su situación, mientras también contextualiza su historia dentro de problemas sociales más amplios y llama a la reflexión sobre posibles soluciones y acciones.