
Escribe Mario Grandon Castro
Hoy quiero referirme y destacar la vulnerabilidad de nuestro país, frente a fenómenos climáticos extremos como sistemas frontales que generan inundaciones y otros problemas relacionados. Estos eventos meteorológicos han dejado de manifiesto debilidades en la infraestructura, sistemas de emergencia y planificación urbana, dejando al descubierto la fragilidad de la sociedad ante situaciones de crisis.
En el caso específico de un sistema frontal que en estos últimos días, afecta a gran parte del centro-sur de nuestro país, los impactos pueden ser significativos y de gran alcance. Las inundaciones son una de las principales preocupaciones, ya que han dañado viviendas, infraestructuras de transporte, como puentes y caminos y provocar la pérdida de bienes materiales. Además, las inundaciones también han puesto en peligro la vida de las personas, especialmente de aquellos que viven en áreas de riesgo, cercanos a canales y ríos o en quebradas.
Las fallas en los servicios públicos, como el suministro eléctrico y el agua potable, son otra consecuencia común de eventos climáticos extremos. Las infraestructuras eléctricas y de distribución de agua son susceptibles a daños por inundaciones y vientos fuertes, lo que llevan a interrupciones prolongadas en estos servicios esenciales. Estas interrupciones no solo afectan la calidad de vida de la población, sino que también pueden dificultar las labores de respuesta y recuperación.
La acumulación de basura en las calles y en cursos de agua, puede ser una consecuencia indirecta pero importante de los sistemas frontales intensos. Las inundaciones lo hemos podido apreciar, arrastran los desechos y escombros, obstruyendo sistemas de drenaje y causando problemas adicionales en la gestión de residuos. Estos desafíos pueden exacerbar los riesgos de salud pública y la propagación de enfermedades.
La caída de árboles y la destrucción de vegetación debido a vientos fuertes y lluvias intensas también son efectos comunes de estos sistemas climáticos. Además de representar un peligro inmediato para la seguridad de las personas y propiedades, la pérdida de árboles y vegetación puede tener impactos a largo plazo en el ecosistema local, la calidad del aire y la capacidad para mitigar los efectos del cambio climático.
Para abordar esta vulnerabilidad, es crucial que los gobiernos y las comunidades trabajen en conjunto para fortalecer la infraestructura, mejorar la planificación urbana, implementar sistemas de alerta temprana y promover la conciencia pública sobre la preparación para desastres. La inversión en infraestructura resistente al clima y la adopción de medidas de adaptación son esenciales para reducir los impactos negativos de eventos climáticos extremos y construir una sociedad más resiliente.
Chile es un país que sufre muchas veces por acción de la naturaleza, aquella que no hemos sabido cuidar y mantener.- Nuestra vulnerabilidad no solo se ve reflejada en terremotos, maremotos, sino que también tras intensos sistemas frontales como lo que se han vivido en los últimos días y en donde nuevamente compatriotas nuestros han resultado damnificados y tras lo cual se espera la solidaridad de todos, el trabajo y planificación de nuestras autoridades.-
Frente a la desgracia, debemos inyectar positivismo y hacer votos para que este dolido Chile se recupere de buena forma.- Que así sea.-(23.08.23)