COLLIPULLI.- En un ambiente de profundo pesar y recogimiento, fueron despedidos en el Cementerio Municipal de Collipulli los restos del joven médico José Gerardo Valdebenito Mora, quien falleció repentinamente a los 41 años producto de un infarto cardíaco.
Su partida ha calado hondo tanto en la comunidad de Victoria, donde se desempeñaba profesionalmente en el CESFAM, como en su ciudad natal, Collipulli, donde su familia y sus raíces están profundamente ligadas al quehacer educativo y social.
José Gerardo era hijo de los profesores Raúl Valdebenito y Gladys Mora, reconocidos por generaciones de collipullenses. Desde pequeño fue conocido por su nobleza, su agudo sentido del deber y una vocación de servicio que, con el paso de los años, cristalizó en su carrera como médico, la cual ejerció con compromiso, cercanía y humanidad.
El dolor por su pérdida se expresó de manera masiva durante la ceremonia fúnebre. Amigos, colegas, vecinos, autoridades locales y funcionarios del área de la salud de Victoria y Collipulli llegaron hasta el camposanto para dar el último adiós. Muchos de ellos no pudieron contener las lágrimas al recordar su sonrisa amable, su disposición constante a ayudar y su temple sereno incluso en los momentos más difíciles.
Durante el velorio y el funeral, no fueron pocos quienes tomaron la palabra para destacar no solo su calidad profesional, sino también su calidad humana. “Perdimos a un gran médico, pero sobre todo a una gran persona. Era de esas almas buenas que uno no olvida jamás”, expresó con emoción una colega del CESFAM Victoria.
El cortejo fúnebre, acompañado por una multitud en respetuoso silencio, fue una muestra elocuente del cariño que cosechó a lo largo de su vida. En cada paso del trayecto, el aire se llenaba de una tristeza compartida, de un duelo que trascendía lo individual para convertirse en un lamento colectivo.
La muerte de José Gerardo Valdebenito Mora deja un vacío imposible de llenar, pero también un legado de entrega, empatía y profesionalismo que marcará a quienes tuvieron la dicha de conocerlo. Su memoria permanecerá viva en los pasillos del CESFAM donde tantos lo admiraban, en las aulas que lo vieron crecer y, sobre todo, en el corazón de sus seres queridos.
Porque hay personas que no se van del todo. Su luz, aunque apagada demasiado pronto, sigue alumbrando desde cada recuerdo. (M.A.G.C.)