COLLIPULLI.- Es común ver cómo muchas personas, especialmente jóvenes, circulan por el Viaducto Malleco, un puente ferroviario que se alza sobre la profunda quebrada del río y que une el norte y el sur de Chile, superando un imponente escollo natural. Aunque el paso de peatones por este viaducto no es conveniente ni seguro, se ha convertido en una práctica habitual.
Hace algunos años, hasta al menos la década de los 80, existía una placa que señalaba claramente la prohibición de cruzar el viaducto. Esta placa ha desaparecido con el tiempo, aunque aún se conserva un testimonio fotográfico de ella en el museo local, donde se puede apreciar entre otras fotografías del recuerdo. Además, en aquellos años también existía una garita donde se albergaba un «guardapuentes», encargado de no permitir el paso de peatones por el viaducto, garantizando así la seguridad de las personas.
La desaparición de estas medidas de seguridad ha dejado un vacío que preocupa.-
La estructura de acero, aunque robusta y majestuosa, no está diseñada para el tránsito peatonal; sin embargo posee una pequeña pasarela para su uso. El cruce del viaducto expone a las personas a riesgos significativos, no solo por la altura y la posibilidad de accidentes, sino también por el paso de trenes, que pueden poner en peligro la vida de quienes se aventuran a cruzarlo.
Los recuerdos del pasado nos muestran una época en la que la seguridad en el Viaducto Malleco era una prioridad. La existencia del guardapuentes y la placa de prohibición son testamentos de un esfuerzo por proteger a los ciudadanos de los peligros inherentes al cruce de este viaducto. Hoy, sin embargo, esa protección ha desaparecido y el paso de peatones se ha vuelto una rutina peligrosa.-
La preservación de la seguridad debe ser una prioridad para garantizar que este majestuoso puente continúe siendo un símbolo de unión y progreso, sin convertirse en un escenario de accidentes evitables, como así también, el trampolín para muchos que ponen término a su vida, lanzándose al vacío, desde sus alturas.
Recordamos las prácticas del pasado no solo con nostalgia, sino con una lección importante: la seguridad nunca debe ser subestimada. Aprendamos de la historia y tomemos acciones concretas para proteger a nuestra comunidad. El Viaducto Malleco debe seguir siendo una maravilla de la ingeniería y un orgullo nacional, pero también un lugar seguro para todos.