Para damnificados de Talcamávida y Copiulemu

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Un silencioso gesto solidario

De Malalcahuello y Manzanar

Por Juan Costa T., periodista; N.P., fotografías.

 

Cuatrocientos fardos de alimentos para animales y algunas toneladas de alimentos, utensilios para el hogar, útiles femeninos y ropas para los damnificados por los incendios forestales de la provincia de Concepción, lograron reunir los habitantes de las localidades de Malalcahuello y Manzanar, de la Novena Región. La silenciosa acción estuvo a cargo de los voluntarios de la Cuarta Compañía de Bomberos de Malalcahuello y un grupo de amigos que, impactados por el drama que en la zona se vivía, quisieron colaborar fuera de los canales oficiales llevando lo reunido directamente a las familias.

Los sencillos habitantes del sector –Malalcahuello es hoy una localidad con un gran desarrollo turístico gracias a las termas ubicadas allí y al resort invernal de Corralco; mientras que Manzanar destaca por sus termas-,mostraban una vez más su solidaridad. Así lo hicieron el año 2010 llevando ayuda para Tirúa, después para los afectados por los aluviones del norte del país y ahora para los damnificados, especialmente campesinos, por los incendios forestales.

Confianza y Entusiasmo

El viernes 3 de febrero a las 5Hrs. de la mañana, dos camiones y cinco camionetas salieron del poblado de Malalcahuello rumbo a la provincia de Concepción. En  cuatro días los voluntarios de la compañía de bomberos del lugar, junto a jóvenes vecinos,habían logrado una meta que sobrepasaba toda estimación inicial.

El carro bomba había recorrido el pueblo solicitando colaboración a esta campaña y los llamados telefónicos a amigos y empresarios de todos los sectores del lugar fueron dando sus frutos. La tarea fue contra el tiempo donde primó la confianza y el entusiasmo de todos. De esta forma se recogían en los campos vecinos los aportes en fardos para los animales y otros los llevaban hasta el cuartel bomberil. Junto a este actuar empresarios del lugar se pusieron con los dos camiones que llevarían la ayuda. Otros lo hicieron con sus camionetas y el petróleo requerido para el viaje.

Los encargados de la organización eventual que se dio estaban admirados y emocionados por la respuesta entregada. Nadie quería estar ausente. La idea era ir hasta los lugares que habitaban los afectados. No quisieron usar los contactos oficiales ni municipales. Incluso se dispuso que en esto no habrían nombres ni tampoco se deberían tomar fotografías a quienes recibían esta ayuda por respeto a su intimidad y a su dolor.

De esta manera se reunieron 400 fardos de pasto para forraje, alimentos para las familias, elementos de aseo, juguetes para los niños, ropa en muy buen estado, artículos femeninos, harina, ollas, etc. Muchas de estas cosas fueron adquiridas con los aportes en dineros que varios vecinos también quisieron entregar.

La caravana con 20 personas, entre bomberos y jóvenes voluntarios, tenía como meta llegar hasta la comuna de Hualqui. Y lo hizo por la ruta interior de Copiulemu. Luego de recoger antecedentes y algunos avatares menores lograron llegar hasta la escuela San José de La Palma, en el sector situado en la ruta de Talcamávida a Rere, área arrasada por las llamas. Allí las familias afectadas recibieron  directamente la ayuda que le llevaban los sencillos vecinos de la Novena Región.

Fueron momentos de mucha emoción en un lugar donde sólo se salvó la pequeña escuela. La delegación quedó impactada por el daño que había originado el fuego en los bosques y viviendas de pequeños campesinos. Muchos de ellos quedaron sólo con lo puesto.

De regreso a casa, por la misma ruta, la delegación quiso también entregar su colaboración a los afectados del sector Copiulemu, quienes recibieron con emoción lo que llevaban los jóvenes y bomberos de Malalcahuello y Manzanar.

A las cero horas del sábado 4 el grupo viajero regresaba a casa muy cansado, con hambre y sed, pero con la emoción, el recuerdo y la alegría del deber cumplido.

La solidaridad está primero       

La solidaridad ya forma parte de la vida de quienes viven en Malalcahuello, localidad ubicada al este de la comuna de Curacautín, en plena precordillera.

En diciembre de 1988 la erupción del volcán Lonquimay y después en agosto de 1995 el llamado “terremoto blanco” que dejó la zona bajo un manto de cenizas, primero, y nieve después marcó a las modestas familias de  ese lugar. El aislamiento por semanas, con escasos víveres, sin forraje para sus animales y fríos que superaron los 20 grados bajo cero, dejó una huella en todas las familias.

El resto del país, en su momento, fue en ayuda de estos chilenos. “La situación que vivimos no la olvidaremos y menos la ayuda que recibimos para salir adelante. Por eso la solidaridad nos marcó”, recuerdan los lugareños.

Bomberos, presentes

Diecisiete voluntarios tiene la Cuarta Compañía de Bomberos de Malalcahuello, dependiente del Cuerpo de Bomberos de Curacautín. Fundada como brigada bomberil en 1976 el año 1980 recibió su primer carro usado y en 1990 comenzó la construcción de su cuartel. Gracias a las campañas económicas lograron que en el año 2004 se recibiera un carro dado de baja en Inglaterra y en el 2015 recibir su primer carro nuevo, hoy orgullo de sus voluntarios.

Este año con motivo de los incendios forestales los voluntarios esperaban ser llamados a acudir al norte para trabajar en la extinción del fuego, como lo hicieron decenas de compañías de todo el país. Ello no ocurrió, pero igual estuvieron presentes con un muy buen ejemplo del espíritu que existe en las filas bomberiles de todo el país.

                  Su director es Jorge Yáñez y el capitán, Juan Carlos Yáñez.