COLLIPULLI.- El domingo siguiente a Semana Santa se celebra la Fiesta de Cuasimodo, uno de los festejos más importantes del valle central de Chile. La gran procesión es el momento cúlmine de meses de preparación, donde se adornan los caballos, las bicicletas y los carros con gran esmero. Cuasimodo es una colorida fiesta de fé y tradición. A mediados del siglo XVI, el Concilio de Trento de España expresó la necesidad de comulgar al menos una vez al año. Muy pronto, esta norma se extendió en América. Dada la importancia de la comunión, los sacerdotes organizaron un recorrido anual para dar la Eucaristía a los enfermos y todo aquel que no pudiera asistir a la iglesia.
Sin embargo, debido a los peligros de la época y la inseguridad en los caminos rurales, era necesario que el sacerdote y su comitiva fueran protegidos. Así, las comunidades se propusieron espontáneamente para escoltar a la comitiva religiosa. Todos los años se cumplían con esta tradición que tenía como segunda misión la de recordar la resurrección del Señor: el milagro central de la fé cristiana.
Ayer esta fiesta criolla-religiosa se vivió en Ercilla y Victoria; sacerdotes de ambas comunas salieron en procesión para llevar la comunión a personas enfermas o impedidas de llegar a la Iglesia, y lo hicieron con gran compañía de feligreses, quienes adornaron sus caballos, carretas, tractores y colosos, para hacer compañía en este acto de fe.
Finalmente diremos que existen registros de que en la época de la República, la fiesta de Cuasimodo se había desvalorizado por ser una fiesta “popular”. Sin embargo, sobrevivió por siglos y se sigue celebrando hoy en día. Es una fiesta cargada de fé, tradición y alegría.
Eso fue lo que vivieron ayer los vecinos de Ercilla y Victoria.-